Cuando la vio pensó que no era real,
y, que tanto estupefaciente, no era lo ideal.
¿Acaso había perdido la razón?
Porque ahora sí, se había vuelto loco de amor.
–
Ella tenía esa clase de sonrisa,
la que si la miras te hipnotiza,
la que, automáticamente, te quita el miedo.
Ya sabes, esa que te hace olvidar todos tus infiernos.
–
Ella, ella, ella… era la musa que estaba esperando,
quien le sacaría de la mierda por la que estaba pasando.
La inspiración vestida con pantalones cortos,
capaz de matar monstruos ajenos y propios.
–
Aquel día se cruzaron tan sólo un instante,
él ya estaba y ella venía para luego marcharse.
Ella pidió café para llevar
y él no quería dejarla escapar.
–
Ahora no, ya no, porque la había encontrado.
Él se levantó deprisa aún con tinta en las manos,
No sabía qué decirle a aquella chica,
fuera lo que fuera, sería para toda la vida.
–
Tenía tantas dudas en la voz
que le temblaron los labios.
Le habló primero a la camarera,
era su táctica para atraer la atención de ella.
–
Discreto, pagó, le sonrió y volvió a sentarse,
ella le miró sin detenerse pero con gesto amable.
Luego se fue, con aire despreocupado,
él se quedó mirando el nombre que había anotado.
–
-“Malena Almas”, Universidad Complutense de Madrid-,
mientras ella no miraba, él buscó un punto del que partir.
Su carpeta le dijo las respuestas,
pronto sabrían de qué preguntas.
Comprendió porqué Malena era nombre de tango
y sopesó la idea de que él no fuera de su rango,
Que no se la mereciera o que a ella no le gustara
Pero tenía que intentarlo, pasara lo que pasara.
–
La buscó en Facebook y en todas las redes sociales,
viernes, sábado, domingo, lunes y martes…
No la encontró, hasta que una dirección de correo
le abrió nuevas puertas a nuestro Romeo.
–
Era profesora de literatura,
adicta al aprendizaje continuo y a la cultura.
La cafetería en la que se conocieron
era un estratégico punto de encuentro.
–
Se encontraba entre la universidad y su casa,
el denominador común de ambos en un mapa.
Él fue allí todas las tardes, cada día más tiempo.
Ella flirteaba en los desayunos con aquel desconcierto.
–
Poco a poco fueron buenos conocidos
y, de eso, pasaron al “algo más” de los amigos.
Ella no sabía qué pero había algo en él
que la hacia feliz… infinitamente.
–
Él sabía la suerte que tenía,
lo mucho que la quería,
y no pudo más que prometerse
que la cuidaría cada día sin perderse.
–
No miraría a nadie más ni lo arriesgaría todo,
sería bueno, dejaría el ron, las mujeres y los porros.
Volvería a escribir, había vuelto a sentir.
Ella, ella eran las ganas de vivir.
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Pero.. ¿Cómo.. ? No sé.. Es como..
Vaya!! Exacto, eso es.
¿Cómo lo haces?
Porque yo lo hago con dolor y superación..
..pero tú con amor y re-afirmación.
Eso es lo que me fascina.
Es la primera poesía que compongo, ¿en serio que te ha gustado? Me parece excesivamente simple, tengo que mejorar a través de la práctica, pero gracias por los ánimos, jeje un beso!
Ah! ¿La primera?
Pues mira, la que te escribí el 5 de marzo: “Tormenta blanca”, también fue mi primera..
Lo que realmente me dejó sin palabras fue: “El hombre del piano”. En serio, ahí se ve algo muy serio en ti.
Gracias te recomiendo también «el vals de las espaldas» y algún otro, pero vamos que supongo que ya lo habrás indagado tú por tu cuenta, jejeje. A disfrutar!
https://ereselcarpediemensumejorverso.wordpress.com/2012/11/05/el-vals-de-las-espaldas/
Reblogueó esto en creadoradeamaneceresy comentado:
Me encanta.
Reblogueó esto en COSAS MÍASSS ****y comentado:
¡Precioso!
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